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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
Opinión

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El mosquito es endémico y el virus aún no llegó para quedarse

El mosquito es endémico y el virus aún no llegó para quedarse

Por Nicolás Schweigmann



En medio de la pandemia del coronavirus y a la espera de que el frío colabore con la desaparición del mosquito, el brote de dengue registra niveles históricos en todo el país y según el Ministerio de Salud de la Nación, la enfermedad transmitida por el mosquito Aedes Aegypti superó en casi diez veces el promedio de los contagios ocurridos en esta época del año. Al respecto opinó  el Dr. en Ciencias Biológicas Nicolás Schweigmann, director del Grupo de Estudios de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA.

 

La principal causa de la presencia del mosquito el Aedes aegypti se relaciona al desorden socio-ambiental generado por la basura y los recipientes capaces de acumular agua en los entornos domiciliarios. Las altas abundancias vectoriales ininterrumpidas durante los distintos periodos estivales determinan altos riesgos de transmisión de enfermedades. Son varias las que afectan al humano como las virosis por dengue, chikungunya, zika y fiebre amarilla urbana. Este mosquito también es capaz de transmitir en forma endémica al gusano del corazón del perro, Dirofilaria immitis, y ocasionalmente puede afectar al hombre.

A modo de ejemplo, el patrón estacional general que se observa en la ciudad de Buenos Aires muestra periodos estivales de actividad de mosquitos adultos y periodos invernales de ausencia de adultos y va a seguir siendo así, donde solo queda un banco de huevos resistentes que han logrado adaptarse al invierno (diapausa: los embriones deciden no eclosionar en condiciones adversas) en el conjunto de recipientes domiciliarios.

El incremento sostenido de la presencia del vector podría ser explicado por una adaptación a distintos ambientes y/o al transporte pasivo de los huevos pegados en las paredes de los recipientes (ej. obras en construcción). Si bien no hubo epidemias en la mayoría de los años, en tres ocasiones las cantidades de casos resultaron crecientes en el tiempo (2009, 2016 y 2020) y coincidieron con las mayores emergencias epidémicas del cono sur de Sudamérica.

La cantidad de personas infectadas (presión de virus) que llegan a la ciudad, como casos importados, es uno de los factores más importantes que pueden desencadenar una epidemia de dengue. Por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires durante la séptima semana de 2020 la relación del acumulado de casos importados fue muy alta respecto a los autóctonos (83 y 15 respectivamente) y en la semana 18 se invirtió a 308 importados y 6190 casos autóctonos. Los casos importados son virémicos que vuelven a las manzanas de sus residencias permanentes y pueden transmitir el virus a los mosquitos allí presentes. Al compartir mosquitos con los vecinos, se producen brotes a escala de manzana. Como las personas se desplazan a otras manzanas por trabajo, familiares, etc., pueden transmitir el virus e iniciar brotes en otras manzanas y el conjunto constituye una epidemia a escala de ciudad.

Cuando hacemos lo mismo, el resultado para dengue no suele ser el mismo, sino peor. La ausencia temática en la currícula, las campañas veraniegas con mensajes equivocados aplicando paradigmas bélicos y/o químicos, etc. favorecen claramente a las poblaciones de Aedes aegypti y contribuyen a generar epidemias de dengue con una tendencia creciente. Existe el riesgo de que el virus se adapte localmente por transmisión vertical (hembra a huevo) o que el vector transmita otros virus. Perdimos tres años y medio desde la última epidemia, nos acordamos tarde y sabemos que no existen soluciones mágicas, ni balas de plata. Solo se necesita de estadistas que tomen cartas en el asunto, apliquen un programa preventivo serio basado en el asesoramiento de los distintos especialistas de las Universidades o Institutos del país, que no son pocos. (Telam)

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