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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
Opinión

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Arturo Illia, una bandera de la democracia que merece ser levantada con orgullo

Arturo Illia, una bandera de la democracia  que merece ser levantada con orgullo

Illia quería una Argentina de hombres y mujeres libres para garantizar una sociedad más justa y fraterna.


 

Por Juan Ignacio Olano (*)

 

El 28 de junio se cumplieron 54 años del golpe cívico-militar que derrocó al presidente constitucional Arturo Illia, por el simple hecho de hacer las cosas bien, gobernar pensando en la gente y ser incorruptible.

Pobre y sin bienes materiales, renunció a su jubilación de presidente (sin precedentes para entonces) y terminó sus días trabajando en una panadería. Además, representa el más claro ejemplo de que las personas íntegras pueden ser verdaderos agentes de cambio y transformación.Don Arturo nos ha mostrado, gracias a la fidelidad de su accionar y sus ideales, que el involucramiento de los ciudadanos con vocación de servir al país en la tarea pública es sumamente necesario. Y le bastaron menos de mil días para dejar una marca imborrable en el recuerdo de todos los argentinos.

Illia nos ha dejado varios legados, a la juventud nos dejaba una guía con su frase que aún nos retumba que es el “futuro de todas de las sociedades”; nos hacía un pedido expreso, que no aceptemos que nos quiten uno de los derechos más importante del hombre: la libertad de pensar. Por eso hoy la juventud argentina y los jóvenes radicales en particular encontramos en Don Arturo Illia un símbolo para nuestras luchas.

Quería una Argentina de hombres y mujeres libres para garantizar una sociedad más justa y fraterna y sabía que ello sólo se conseguía con hombres y mujeres que se sientan y sean libres. Y que por lo tanto sus integrantes no deben renunciar a su derecho a pensar.

Pero nos dejaba a todos otra enseñanza en estas palabras: “No les tengo miedo a los de afuera que nos quieren comprar, sino a los de adentro que nos quieren vender”. Nos estaba indicando una conducta a seguir.

Don Arturo es una de las figuras más queridas de la política argentina y lo digo en presente porque nadie lo ha olvidado. Es sinónimo de honestidad. Lo reconocen propios y extraños, su figura aún permanece vigente.

Además de ser honesto, su gobierno, fue uno de los más progresistas de nuestra historia. Entre sus medidas de gobierno se destaca el haber dedicado el 23 % del presupuesto a la educación; la implementación de la ley de medicamentos -que le puso fin a un mercado distorsionado en el rubro farmacéutico- el aumento del 35,3 % en la actividad de las industrias manufactureras y el mayor éxito diplomático argentino en la cuestión de Malvinas, al lograr que las Naciones Unidas reconozcan la existencia de una disputa entre nuestro país y el Reino Unido.

Los radicales, nos sentimos orgullosos de que el Dr. Illia sea parte de nuestro partido. Y hoy en tiempos de crisis moral en la vida política, el país y el mundo reclaman hombres y mujeres como Illia, para que se dediquen a la cosa pública. Don Arturo decía que "ser radical es difícil, pero vale la pena serlo”.

Hoy nosotros podemos decir que ser como Don Arturo es difícil, pero vale la pena serlo. Desde la función como concejal de mi querida Gualeguaychú iré en búsqueda de aquellos hombres y mujeres como él para trabajar por una ciudad y una Argentina mejor.

“Ésta es la hora de la reparación nacional, a la que todos tenemos algo que aportar. Esta es la hora de la gran revolución democrática, la única que el pueblo quiere y espera; pacífica, sí, pero ética, profunda y vivificante, que, al restaurar las fuerzas morales de la nacionalidad, nos permite afrontar un destino promisorio con fe y esperanza”. Estas palabras de Don Arturo debieran hacernos reflexionar y a su vez servirnos como combustible anímico ante tanta sinrazón y atropello que vivimos, pero que resulta necesario enfrentar en defensa de la democracia.

Lamentablemente, los cuartelazos de entonces y los espurios intereses antinacionales fueron más fuertes que un gobierno honesto y responsable. Hoy, más de 50 años después su figura se erige como un faro ante tanto descrédito de las instituciones provocadas por apetencias desmedidas de poder y por una corrupción escalofriante.

Sin lugar a dudas, hoy más que nunca, la figura de Don Arturo sigue siendo una bandera que merece ser levantada con orgullo.

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(*) El autor de este artículo es concejal de Juntos por el Cambio de la ciudad de Gualeguaychú.

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