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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
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Pensar y vivir la educación en tiempos de pandemia

Pensar y vivir la educación en tiempos de pandemia

Alejandra Leiva, Soledad Ziegler, Rocío Sánchez y Ana Puccio, compartieron sus reflexiones sobre estos tiempos y la escolaridad.


Desde que en marzo de 2020 se decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO) por la pandemia de Covid-19, el sistema educativo se vio embargado en un sinfín de incertidumbres. El extrañamiento y la duda pasaron a formar parte de la cotidianidad educativa. La escuela tuvo que reinventarse y repensarse sobre la marcha, la relación pedagógica se construyó a través de diferentes estrategias y dispositivos tecnológicos. Fue complejo e incluso algunos docentes mostraron resistencia a la virtualidad, pero fue necesario comprender que con nuevas tecnologías no se pueden usar pedagogías antiguas.

En cuestión de días las instituciones educativas organizaron sus clases en función de los recursos que poseían. Algunas ya contaban con plataformas virtuales, otras tuvieron que crearlas. Sin embargo, no todas las escuelas tuvieron las mismas posibilidades.

Se presentaron realidades totalmente diferentes. Muchas instituciones educativas no tuvieron posibilidad de acceder a clases sincrónicas, porque los alumnos no tenían conectividad o porque los maestros/profesores no contaban con los recursos. Esas dificultades no fue un impedimento para que el rol de la escuela dejara de ejercerse. Los docentes se reinventaron de múltiples formas, utilizaron correos electrónicos, WhatsApp, videos grabados o llamados asincrónicos, todo lo que tuvieran al alcance de la mano para que los alumnos no quedaran fuera del sistema escolar. Como siempre, la carencia inspiró creatividades.

A pesar del colosal esfuerzo de los docentes y las escuelas, las desigualdades sociales, económicas, y educativas se evidenciaron aún más en este contexto de pandemia. Según una encuesta realizada por Unicef, el 18 por ciento de los adolescentes entre 13 y 17 años no cuentan con internet en el hogar y el 37 por ciento no dispone de dispositivos electrónicos para realizar las tareas escolares. Este valor aumenta al 44 por ciento entre quienes asisten a escuelas públicas.

Con la no presencialidad resurge la importancia de la escuela, como igualadora social, como dispositivo que abre la puerta de la igualdad, ya que discute el condicionamiento de que el contexto -social, económico o cultural- determina la vida de manera inexorable. La escuela lleva el estandarte de la relación, el vínculo y la interacción. La necesidad de volver a la presencialidad es evidente: el interrogante es cómo hacerlo. Como resultado, este año se piensa en la escuela de manera bimodal, es decir, clases en las escuelas y las plataformas virtuales como respuesta a la no presencialidad. Por esta razón, la escuela necesita una reorganización y priorización de contenidos, seleccionar saberes indispensables. Como siempre, la razón debe estar acompañada por un espíritu.

 

Testimonios y saberes

En este contexto, la profesora de nivel secundario y formación superior, Rocío Sánchez opinó que: “En este marco, la mediación virtual y sus recursos, en primer lugar, pero también otras posibilidades analógicas de comunicación, así como la puesta en marcha del sistema bimodal ya no serán un límite, sino más bien una ocasión (para) abrir el diálogo y la participación. Solo así habrá aula entramada con la presencia de alumnos y profesores. Si hacemos que esto ocurra, en lugar de silencio, habrá palabra, habrá retroalimentación y habrá lugar para que el currículum provoque una experiencia compleja del mundo. En esta realidad híbrida donde lo físico y lo virtual conviven con naturalidad en las distintas esferas en las que se desenvuelven los usuarios, la escuela no puede cerrarse a prácticas tradicionales únicamente, a contramano del contexto que nos atraviesa. Amalgamar la cultura letrada con la cultura digital y sus desafíos es también un propósito que surge de este paradigma bimodal”.

 

Del temor a la realización

 

Soledad Ziegler, durante 2020 culminó sus estudios superiores en la modalidad virtual. Ella comparte con los lectores de EL ARGENTINO cómo fue su experiencia como estudiante: “Al principio fue muy tenso. Nos dijeron que no nos íbamos a poder recibir porque no podíamos hacer la práctica en el aula. Trabajamos haciendo ayudantías en espacios virtuales, lo que nos permitió conocer la otra cara de la realidad. Cuando llegó la Resolución que nos permitía llevar a cabo las prácticas, estábamos listos”.

La profesora Ziegler, este año ejerce como docente de nivel secundario y puede referir en primera persona el aula, ya no con mirada de estudiante sino como profesora: “La virtualidad implica pensar y repensar de qué manera plasmar las clases, qué herramientas y aplicaciones utilizar para que el aprendizaje sea significativo. Estando del otro lado, como profesora me encuentro con una realidad diferente. Mis alumnos deseaban tener clases en el aula. La presencialidad permite un vínculo estrecho, más cercano. Espero que este año sea diferente. Es necesario repensar la educación en función de la realidad actual. La escuela que conocíamos antes de la pandemia quedó desactualizada. Se necesitan de políticas educativas que garanticen a todos, el acceso a la educación virtual. Cuando tomemos conciencia del rol docente y la importancia de la escuela, las cosas van a cambiar totalmente”.

 

La burbuja como herramienta

 

Por su parte, Alejandra Leiva, en su rol de mamá, pero también de docente y directiva de una institución de nivel inicial; relató su experiencia y expresó sus expectativas para este nuevo año lectivo. “Dadas las circunstancias de público conocimiento que estamos atravesando por el tema de la pandemia, es la mejor forma que se encontró para trabajar desde la bimodalidad o modalidad mixta (una semana presencial y otra semana virtual). Doy fe que en nuestro nivel Inicial los directivos docentes y auxiliares están dando lo mejor para adecuar los edificios y poder así adecuarlos para tal fin. Y hay que rescatar positivamente, que si hay algún niño con caso sospechoso de Covid-19 se aísla, solamente la burbuja y no necesita aislarse el grupo entero”.

 

De la dificultad a la realización

 

Ana Puccio, trabajadora municipal, también es mamá y, además, es estudiante de la Licenciatura en Seguridad e Higiene Ocupacional. Ella relató su experiencia del siguiente modo: “Tuve clases virtuales, nada fácil para mí, ya que soy mamá de tres chicos. Uno de mis hijos terminó la secundaria el año pasado, pensaba irse a estudiar, pero no se pudo. Otros de mis hijos, Simón (14 años) tenía clases virtuales todos los días y realización de trabajos prácticos regularmente; y mi hija comenzó primer año de secundaria, una experiencia muy difícil. Necesitamos de profesores particulares, nos costó muchísimo, un año muy difícil. Tenemos una sola computadora eso dificultó más las tareas diarias. Pero, pudimos y salimos adelante, dentro de todo lo malo que hemos tenido que atravesar como sociedad, salimos positivos de todo esto”.

 

La nueva modalidad implica métodos nuevos. Pueden ser antiguos, pero novedosos en su puesta en práctica. Las políticas educativas, los directivos, los padres y alumnos trabajan en conjunto para que la escuela pueda volver a abrir sus puertas.

Es necesario fortalecer el diálogo entre la escuela y la familia; pero también entre el directivo y el equipo docente y entre los docentes y los alumnos.

Es evidente que esta experiencia mundial de la pandemia desafía a la sociedad en su conjunto a relacionarse con la escuela de una manera creativa y tal vez nueva. Se sabe que hay pedagogía renovada a lo largo de la experiencia humana. El desafío será priorizar contenidos, pero también los vínculos y que la tecnología -como una herramienta- sea un derecho universal como lo es el acceso a la educación. Como ha sido siempre: educación más tecnología más derechos –entre otros valores-, es cultura.

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