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Ni ebrio ni dormido, una frase que hoy posee plena vigencia

Ni ebrio ni dormido, una frase  que hoy posee plena vigencia

Hoy recordaremos una frase que seguramente nos enseñó nuestra maestra de la escuela primaria y también nuestro profesor de Historia Argentina cuando éramos niños.


Esa frase es «Ni ebrio ni dormido» que luego se convirtió en un dicho popular argentino, utilizado para reafirmar una determinación de no hacer alguna cosa bajo ninguna circunstancia.

 

Jorge Pedro Jurado (*)

   

Recordemos que el 13 de mayo de 1810, los habitantes de Buenos Aires confirmaron los rumores que la Junta de Sevilla, último bastión de la Corona española en pie, había caído en manos de Napoleón Bonaparte que ya tenía capturado al rey Fernando VII y por eso el 25 de mayo nuestros patriotas decidieron retomar el poder del virreinato mediante la conformación de la Primera Junta. Así nació el primer gobierno patrio.

Todos juraron en nombre de Fernando VII, pero algunos creían que era sólo cuestión de tiempo para que esto dejara de ser así. Años de guerra deberían pasar antes de que el 9 de julio de 1816 se declarara la independencia de España y de toda otra dominación extranjera.

Pronto, comenzaría a cobrar protagonismo un joven abogado, Mariano Moreno, quién como secretario de Guerra y Gobierno, llamaría a defender a la Junta contra la inminente reacción de los realistas, que no tardarían en aparecer en algunos conatos provinciales. Comenzarían las expediciones militares, pero también las grietas internas entre saavedristas, de tendencia más conservadora, y morenistas, de corte más radical. Como vemos las grietas políticas tienen más de 200 años en nuestra pobre y amada Patria.

Según nos relata el historiador Ignacio Núñez: “Mariano Moreno encaminaba la nave a un punto determinado y sin hipocresía hablaba y escribía sobre la soberanía del pueblo, sobre el despotismo y tiranía, sobre esclavitud y libertad, sobre patria e independencia, haciendo circular también una traducción del Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau”.

El 28 de mayo la junta emitió un decreto que organizaba su labor, el tratamiento y honores que correspondían. En parte se conferían los mismos honores al presidente que los que anteriormente había tenido el virrey. Más tarde se cristalizarían en este decreto las profundas diferencias entre el presidente y el secretario de la junta.

Si bien Moreno aseguró que el decreto del 28 de mayo fue “un sacrificio transitorio” para el “bien general de este pueblo”, un episodio vendría a complicar aún más la relaciones entre ambos. El 5 de diciembre de 1810, hubo una fiesta en el Regimiento de Patricios, para celebrar la victoria de Suipacha y uno de los asistentes, el capitán de Húsares Atanasio Duarte propuso un brindis «por el primer rey y emperador de América, don Cornelio Saavedra,» y le ofreció a doña Saturnina, la esposa de Saavedra, una corona de azúcar que adornaba una torta.

Al enterarse del episodio, el secretario Moreno redactó el 6 de diciembre un decreto prohibiendo todo brindis o aclamación pública a favor de cualquier funcionario y suprimió todos los honores especiales de que gozaba el Presidente de la Junta. La pelea entre Moreno y Saavedra estaba desatada.

Recordamos en esta oportunidad las palabras dadas por Moreno, al momento de explicar el decreto que confería honores excesivos al presidente de la Junta.

“Es verdad que consecuente al acta de su erección, decretó al Presidente en orden del 28 de mayo los mismos honores que antes se habían dispensado a los virreyes; pero éste fue un sacrificio transitorio de sus propios sentimientos, que consagró al bien general de este puebloLa costumbre de ver a los virreyes rodeados de escoltas y condecoraciones habría hecho desmerecer el concepto de la nueva autoridad, si se presentaba desnuda de los mismos realces; quedaba entre nosotros el virrey depuesto; quedaba una audiencia formada por los principios de divinización de los déspotas; y el vulgo que sólo se conduce por lo que ve, se resentiría de que sus representantes no gozasen el aparato exterior, de que habían disfrutado los tiranos, y se apoderaría de su espíritu la perjudicial impresión de que los jefes populares no revestían el elevado carácter de los que nos venían de España. Esta consideración precisó a la Junta a decretar honores al Presidente, presentado al pueblo la misma pompa del antiguo simulacro, hasta que repetidas lecciones lo dispusiesen a recibir sin riesgo la moderación del Presidente con aquella disposición, pero fue preciso ceder a la necesidad, y la Junta ejecutó un arbitrio político, que exigían las circunstancias, salvando al mismo tiempo la pureza de sus intenciones con la declaratoria, de que los demás Vocales no gozasen honores, tratamiento, ni otra clase distinciones».

Fue entonces que, a sus pares de la Primera Junta de Gobierno, don Mariano Moreno les confesó que “ni ebrio ni dormido” debido que el militar Atanasio Suarez aparentemente tenía unas copas de más, se podía aceptar ese reconocimiento de honores a Cornelio Saavedra.

¡Qué actualidad tienen esas palabras de don Mariano Moreno!

 

(*) El autor de este artículo es abogado, escritor, periodista, ha publicado varios libros y es Director del periódico digital llamado Grupo de El Censor de Gualeguaychú que se edita en la red social de Facebook.

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