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Diario El Argentinoviernes 26 de abril de 2024
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Cuáles son las prácticas que escritores incorporaron con la pandemia

Cuáles son las prácticas que escritores incorporaron con la pandemia

El tiempo de pandemia le modificó las condiciones de creación.


Jorge Consiglio, Gabriela Cabezón Cámara, María Teresa Andruetto e Inés Garland cuentan cómo cambiaron las rutinas que les permiten seguir creando.

La experiencia de confinamiento extremo que tuvo lugar el año pasado con la pandemia modificó las condiciones para la escritura, pero con el paso de los meses se fue transformando en una instancia productiva que permitió a escritores como Jorge Consiglio, Gabriela Cabezón Cámara, María Teresa Andruetto e Inés Garland continuar creando y recuperar un tiempo para la observación y el descubrimiento de otros ámbitos inspiradores.

Nuevos rituales de escritura, una inercia que activó la angustia pero que luego se transformó en impulso creativo, un tiempo que ayudó a encadenar las lecturas y los textos en producción con el resto de la vida: en el rango diverso de nuevas configuraciones que dejó la pandemia se enlazan experiencias como la de Cabezón Cámara, que logró volver a escribir pero ya sin el imperativo de ser productiva todo el tiempo. O la de Consiglio, a quien los meses recluidos le permitieron redescubrir el barrio donde vive. O el caso de Andruetto, que se sumergió en seminarios de filosofía y otros temas que antes merodeaba sin profundizar. También fue un tiempo decisivo para Garland, que pudo interpelar a la muerte "de una manera mucho más concreta que antes".

"A mí la pandemia me agarró a toda velocidad: venía corriendo hacía años. Quedé pataleando en el aire, a la manera de los personajes de las animaciones que veía cuando era chica. Les sacaban el piso y seguían corriendo un buen rato en el aire antes de caer", cuenta Gabriela Cabezón Cámara.

"Cuando logré sustraerme de la vorágine de Instagram lives y mesas de ferias de distintos países, caí. La cabeza se me partió en pedacitos y cada uno siguió funcionando por su cuenta: no me podía concentrar en nada, no podía hacer casi nada, apenas lo inevitable para la supervivencia, los trabajos que se cobran inmediatamente, esas cosas"

"En algún momento dejé de caer y, pasa siempre, empecé a salir del pozo, esta vez el pandémico", afirma la autora de "La virgen cabeza" y agrega: "Ahora puedo escribir, lo que redunda en mi bienestar, pero ya no puedo hacer mil cosas por día. Puedo con una o dos. Y está bien así".

La escritora descubrió que el tiempo de pandemia le modificó las condiciones. "Me gusta vivir lento, hacer con plena atención lo que esté haciendo, darme tiempo para no hacer nada o para estar, virtual o personalmente, con las personas que quiero, para jugar con mis animales, para trasplantar los brotes de los almácigos a las huertas. Antes vivía con el tiempo de no sé qué deber ser productiva. Ya no. Y no quiero volver a eso".

 

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